Estos tres últimos días han sido muy activos en el circuito belga de Spa-Francorchamps. Las cronos privadas que aquí se realizan son una gran oportunidad para que las escuderías testeen nuevos componentes y mejoras en sus monoplazas, en un circuito tan exigente.
Aquí, en la línea de los dos anteriores Grandes Premios, los dos Ferrari volvieron a dar una lección de velocidad a los demás pilotos. Y es que Massa fue primero los dos primeros días, en los que sólo se encontraba él representando a la marca italiana. Al tercer día un animadísimo Kimi Raikkonen batía el récord nada más llegar en 69 vueltas que recorrió, tras él quedó Kubica, y después el McLaren de Alonso.
Y justo después de que Kimi ganara en Francia y Gran Bretaña, comienzan los halagos. Antes de ello, en el Marca ya no sólo aparecían los amigos Lewis Hamilton y Fernando Alonso, no, un chico nuevo había llegado a la ciudad. Ahora el bisubcampeón del mundo finés existía y era una amenaza. Antes de estos dos últimos Grandes Premios, allá por las lejanas tierras de Norteamérica, Kimi Raikkonen era un hombre acabado, sin posibilidades de conseguir el título. Pero la gente suele vender la piel antes de cazar al oso. En la tercera carrera, cuando los cuatro pilotos iban completamente igualados, decían que éste mundial se iba a decidir en Interlagos. Yo casi estoy seguro de ello.
Aquí la cuestión es no tanto de las victorias como de las pifias. Quien abandone una carrera recibirá un palo demasiado grande para seguir con la lucha por el mundial, y por desgracia el amigo Raikkonen, pese a ser un demostrado piloto frío y calculador es un poco propenso a los accidentes.
viernes, 13 de julio de 2007
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